• miércoles, enero 09, 2008

    El punto de no retorno de Bachelet.

    Ayer, 8 de enero, sucedieron dos cosas que marcan el punto de no retorno en la era Bachelet. Se fueron para la casa 5 Ministros y entraron 5 nuevos al gabinete. Osada jugada, pero consistente con su plan estratégico de la segunda etapa. También renunciaron 5 diputados de la Democracia Cristiana a su partido, reduciendo a la Concertación en el poder legislativo.

    Por otro lado, mientras la DC trata de solucionar su conflicto interno, la oposición parece estar más feliz que nunca. Muchos medios y analistas políticos probablemente coincidirán que hasta aquí no más llego Bachelet y probablemente la Concertación también, pero ¿realmente esta fracasado el gobierno de Bachelet? ¿Será éste el último gobierno de la Concertación?

    Mi argumento es que el alto costo mediático de la decadencia de Bachelet tendrá sus beneficios sólo si es que puede lidiar con ciertos temas y se cumplen ciertas condiciones, las cuales también jugarán un rol clave en la continuidad de la Concertación en el poder.

    La gobernabilidad de Bachelet tiene un problema. Da la sensación de que es inestable, casi inexistente. Y la constante rotación ministerial no la ha ayudado a mostrar un sólido manejo en este tema. Si bien su nuevo estilo de gobernar horizontalmente y más cercano a la gente ha dado frutos en algunos contextos, se extraña el clásico Presidente estructural con mando piramidal (Frei y Lagos, sobre todo este último). A carencia de este estilo, la rotativa ministerial se enfatiza en marcar un cambio y girar en esa dirección por instituir a políticos altamente institucionalizados como Bitar y Perez Yoma. Y es justamente esa la estrategia que la va llevar a liderar un gobierno más exitoso. Olvidarse de las promesas de “paridad de género” y de “repetición del plato”, y cambiar a la promesa de “los mejores en el poder” y la de “la meritocracia”. Entonces, por medio de gobernar con los partidos e instituciones y dejar su carácter y simpatía para otras ocasiones podrá recuperar terreno perdido. No hay que olvidar que en este gobierno de cuatro años las metas a corto plazo son las predominantes, donde por un lado se tiene que avanzar en la construcción de una mejor sociedad en un menor periodo de tiempo (o sea hacer el trabajo de Presidente), y por otro lamentablemente se tiene que hacer la tarea sin dejar de lado la táctica mediática y los fines electorales que permiten permanecer en el poder.

    El segundo gran tema es el papel importante que juzgará la Democracia Cristiana en esta obra. La DC se va tener que ordenar internamente. Como el partido más grande de la Concertación, no sólo tiene la presión de tener el mayor arrastre electoral, sino que es un importante referente de opinión de cómo está la Concertación en la evaluación del día a día. Las rencillas y los “dimes y diretes” al interior del partido sólo juegan en contra al momento de considerar la opinión pública. Y es ese frente el cual se tendrá que trabajar. Como dije en mi artículo anterior, el documento de Frei, Pizarro y Trivelli, donde se reconoce claramente la crisis de la DC, es el primer paso para la unión del partido. La estrategia cristiana de “morir y renacer” va jugar un rol fundamental en el éxito del partido. Pero por otro lado, la solución no sólo es endógena, sino que en esta causa de reordenar el partido, Bachelet también tendrá que participar. De hecho con la rotación de ministros se hace cómplice. Bachelet no sólo fue fiel a mantener a un DC en Interior y respetar el cambio de tres por tres (salen tres DC, entran tres DC), sino que todos los ministros que entran al gabinete favorecen a Alvear (Hornkohl, Lavados y Pérez Yoma). Y según lo que enseña el principio de ‘causa y efecto’ en la política esto no es casualidad. Por lo que el apoyo de Bachelet a Alvear es tan importante como el de Alvear a Bachelet. La parte de Bachelet esta hecha hasta ahora. Dio la señal de apoyo a Alvear, nombrando ministros de su afinidad, ahora sólo falta que la DC se alineé para apoyar al gobierno en lo que resta de mandato.

    Y el tercer factor tiene que ver con el poder legislativo. Porque aunque se solucionen los problemas de partidos, y todos terminen tirando para el mismo lado, no se puede dejar de ser escéptico con lo que pueda suceder en el congreso. Los números no son alentadores. Gobernar en el congreso con cinco diputados y dos senadores menos de lo que se empezó ya es una mala señal. En 2006 se eligieron 65 diputados por la lista de la Concertación, hoy hay que restarle siete (Escobar, Paredes, Sepúlveda, Mulet, Araya, Olivares y Díaz), quedando con 58, seguido por la derecha con 55 y la nuevísima bancada independiente con siete. Ahora, esta es una situación peligrosa para la presidenta, solo y cuando la Concertación sigue perdiendo adeptos y pasa a ser minoría. Eso sería trágico. Pero mucha diferencia no existe en cuanto a como comenzó el gobierno, producto a que los quórum con los que se legisla no se diferencian mayormente con este ajuste. Y dado que ya se presentaron las macro leyes –y se perdió en el congreso por cierto- Bachelet podrá gobernar tranquila, más no óptimamente, con mayoría simple.

    Por lo que se puede dilucidar que si Bachelet lo hace bien, es porque los partidos de la Concertación están aportando, tema que consecuentemente resulta en una situación de éxito para ambos. Or tipically known as a win-win situation.

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